Coronavirus, ¿miedo infundido?
- Reportero Clúster Ideas
- 20 mar 2020
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 21 mar 2020
En los últimos dos meses se ha presentado una preocupación social que ha encontrado sus cimientos en la epidemia del coronavirus, problemática que ha inundado las fuentes mediáticas y los medios de comunicación a nivel local e internacional. Sin embargo, parece haber una difusión desenfocada de la información relevante. En Colombia, el virus ha traído consigo el surgimiento de noticias falsas, lo cual ha tergiversado la información y ha generado un temor descontrolado, pues los medios informativos presentan sólo altas cifras de mortalidad en países como China, Italia, Irán y España. ¿Qué tan cierto es todo esto? Según el periódico DW, las personas infectadas tienen una alta probabilidad de recuperarse, en comparación con las muertes confirmadas. Todo esto demuestra que el coronavirus ha provocado una ansiedad excesiva e injustificada que se ha visto reflejada en las acciones de personas y ha deformado la cotidianidad de las ciudades.
La enfermedad ha generado diversas consecuencias psicológicas, entre ellas pueden señalarse el miedo excesivo a la muerte, la sinofobia y la zozobra, aspectos que se han podido observar en los comportamientos que adoptan los individuos, como lo es la compra desmesurada de alimentos, medicamentos, tapabocas, antibacteriales y el resentimiento incubado hacia la población China. Desde el punto de vista de la psicología, esto ocurre porque se está respondiendo a un estímulo de supervivencia que nos empuja a priorizar la protección de nuestras vidas. Ante esto, puede afirmarse que estamos en medio de una tanatofobia difícil de controlar, ya que la pandemia es vista como un “fantasma que camina en busca de víctimas”, generando así un temor infundado y prejuicioso.
Este temor psíquico arraigado en la gente, ha hecho que las relaciones sociales se vean afectadas en términos morales. La histeria colectiva ha dominado la mente, se ha perdido la solidaridad, el respeto y la inclusión por el semejante. No dejan de volar los insultos en las calles o las miradas de rechazo cuando alguien tiene un síntoma asociado a la pandemia. ¿Acaso seguimos creyendo que ha llegado el fin del mundo? La verdad, no podemos negar que esta enfermedad se extiende muy rápido y el contagio es muy fácil. Pero el miedo insaciable a no contraer el virus, se ha convertido en una pesadilla para el mundo.
Todo este conglomerado de comportamientos ha sido el mayor desestabilizador social que ha ocurrido en las últimas décadas. Todo lo expuesto hasta aquí nos indica que el conflicto de fondo es un pánico superfluo, pues si bien es cierto que se deben tomar precauciones en torno a la epidemia del Covid 19, es importante aprender a controlar los impulsos que se desorbitan por la realidad tergiversada de un virus que se puede tratar de distintas maneras y que parece afectar sólo de forma riesgosa a personas con enfermedades previas y deterioros inmunológicos. Lo único que de verdad deberíamos poner en tela de juicio es el sistema de salud decadente, producto de la mala dministración gubernamental. Esto, por supuesto, nos remite a discusiones políticas de fondo que aquí no tenemos la intención de retomar, ya que las críticas en este ámbito
sobran.
En síntesis, la ansiedad ha primado en el estado emocional de la población. El miedo psicológico está dirigido hacia el Coronavirus, cuando debería estar enfocado hacia el sistema de salud precario que lo atiende ¿Acaso nuestro sentido del temor debería reconfigurarse? Ojalá la epidemia psíquica del terror desarrollado, no nos termine haciendo más daño que el mismo virus.
Estefania Mosca
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