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Nidia, representante de una comunidad que resiste

Llegamos a Potosí, Ciudad Bolívar, un barrio de Bogotá, para el cubrimiento del festival Ojo al Sancocho. Entramos pensando que era un barrio en el que no podíamos estar solos, pues corríamos peligro, y salimos con una idea totalmente diferente. Este lugar tiene un encanto propio y a pesar de terminar sin aire al subir la loma, el paisaje lo vale. Este barrio tiene unas posturas marcadas y han sido señalados de guerrilleros, pero son un ejemplo para todo el país.


Potosí tiene más gente buena que mala y le apuestan a la cultura y trabajan por un renombre, para tratar de dejar a un lado los estigmas que tienen sobre su gente, a pesar de las dificultades que trae este proceso. Sus manifestaciones culturales resaltan la importancia de la fuerza, la lucha y la dignificación de símbolos ancestrales. El festival les da una razón para soñar y para querer salir adelante mientras reafirman su identidad. El árbol les recuerda la fuerza con la que deben desafiar todas esas complicaciones y a resistir. Los perros en las calles hacen parte del paisaje cultural del barrio y no representa solo un animal, sino, también, compañía y lealtad. La alegría y el servicio son características de las personas que viven aquí. Entonces, vamos a hablar con Nidia, presidenta del barrio, para profundizar en estos temas.


Nidia, cuéntenos un poco sobre lo que piensan las personas de Potosí y su gente.

—La gente que viene a Potosí dice: ¿ustedes van a ir a ciudad Bolívar? Pilas que los roban, los atracan, no suban por allá, suban con guardaespaldas. Mejor dicho, meten el peor del terror. Pero cuando la gente viene acá se da cuenta que la realidad es otra, porque el contexto es muy diferente a lo que publican, a lo que promocionan y se quedan enamorados de nuestro barrio. Este es un barrio en el que tenemos coordinadores de cuadra que se reúnen los sábados a trabajar por nuestro mismo barrio, a ver qué soluciones le podemos dar a todo.


Me parece muy interesante el concepto que tienen ustedes del colegio que es sin puertas. Entonces, ¿los pelados están aquí por su voluntad?

—Sí, se llama el proyecto: Escuela-Comunidad. En pocas palabras, es un colegio que no tiene puertas, no tiene rejas, por tanto, es un colegio a puertas abiertas para todos los que quieran venir acá, claro está, a hacer el bien. Aquí, en la mañana hay clases común y corriente y en la tarde son los subproyectos. Hay subproyectos laborales que les enseñan a los chicos, por ejemplo: ensamble y mantenimiento de computadores, ebanistería, cocina y los otros proyectos son artística y deportes.


—¿Todos esos proyectos cómo se sostienen?

—Con las uñas, con lo que trabajemos acá. Por ejemplo, toda persona que viene a trabajar en el colegio debe hacer labor, se comprometen a hacer trabajo social, a donar unas horas de ellos para nosotros, nuestro barrio, la comunidad, para enseñarnos. Es más, cuando estuvo la Universidad Minuto de Dios, sábados y domingos, eso era para reventar el colegio. ¿Ellos qué tienen que hacer? Los domingos, los profesores donan su día para enseñarle a la comunidad y dar talleres gratis de sistemas, inglés… refuerzos.


—¿Cómo ha sido el impacto que ha tenido el festival con la comunidad?

—Los festivales han sido una bendición para el barrio y para el colegio porque es una forma de mostrar al resto de Bogotá, al resto del país e internacionalmente, lo que somos. Es cambiarle la cara a las noticias, a las publicaciones, que vean que no es tan cierto lo que dicen de Potosí.


—Hemos escuchado que a Potosí antes lo consideraban un barrio guerrillero, ¿por qué?

—Sí, decían que el colegio era manejado por guerrilleros, que todos éramos guerrilleros porque Potosí no come masticado todo lo que le dicen, Potosí pelea, Potosí muestra su punto de vista y no es lo que ellos digan, sino que es como Potosí diga. Es así, que vienen a dictarnos unos talleres o unas reuniones y nosotros decimos no, podemos los sábados de 3 a 5 que es el horario que tenemos estipulado, no es cuando ellos digan.


—¿Considera a Potosí como un ejemplo que todos los colombianos tendrían que tener en cuanto a la discriminación que se ha venido presentando durante tanto tiempo relacionado con las políticas públicas?

—Sí y un claro ejemplo es el colegio, víctima de este fenómeno, porque tenía el cupo lleno con los convenios, el distrito le pagaba al colegio. Pero ahora, mantiene solito. Tiene una capacidad como de 800 alumnos, todos los salones tienen su video beam, computador, excelentes instalaciones y que se esté perdiendo por culpa del Gobierno y prefiera arriesgar nuestros niños y sacarlos de la localidad, a coger un transporte, comprometerlos en carretera, porque han pasado accidentes de los buses escolares; en vez de utilizar estas infraestructuras que tenemos adentro de la misma localidad. Eso es grave y son sesenta u ochenta alumnos actualmente, con la capacidad tan grande hay.


—¿Por qué Potosí no come entero?

—Porque sabemos que nosotros pagamos impuestos, cumplimos con unas normas que nos tiene el Gobierno y ellos deben cumplirnos a nosotros. Entonces, así como damos, también tenemos que exigir. Somos gente que puede, que sabe, ¿por qué no nos tienen en cuenta?


—¿Cómo se mueve Potosí respecto a las próximas elecciones?

—Ahora apoyamos nuestro candidato, que es un hijo del barrio. Nació y creció aquí, fue egresado y profesor del colegio y nosotros lo seguimos apoyando. Apoyamos a la gente que viene. Por eso creo que nos dicen guerrilleros, porque siempre vamos con la izquierda, vamos con el Polo. Y pues hay gente del Polo que nos defraudó, sí… como Samuel, pero hay gente que nos ha cumplido. Por ejemplo, así no estemos en campaña, vienen y siguen dándonos y rindiéndonos cuenta cada dos o tres meses y siguen preguntando que necesitamos, nos siguen apoyando. Aquí no permitimos que venga un político a engañar a nuestra comunidad y se le trata de hacer entender a la comunidad que no se deje comprar por un tamal, el valor del voto es mucho más que eso. Y por esa gente que se vende, es que estamos como estamos.


—Sí, tienes toda la razón. Nidia, nos gustaría que hiciera un análisis de Potosí, que se ha vuelto para nosotros, un barrio donde nacen los sueños, por todo lo que hemos visto, por como la gente es tan amable a pesar de tantos problemas que tiene, ¿por qué crees que Potosí es tan alegre a pesar de todo esto?

—Aquí no podemos negar, cerrar los ojos y decir que no hay drogadicción, que aquí no hay ladrones. Sí, como en todo lugar. La diferencia entre el norte y el sur, es que aquí en el sur todo sale a la luz pública. En cambio, como el norte son hijos de papi y mami, lo esconden todo a la publicidad. Pero en Potosí también hay unión, hay compañerismo, hay solidaridad. Es más, por lo que pasa en el colegio es que nos dicen guerrilleros, bandoleros, porque aquí no se cierran las puertas a un chico que esté en el vicio. Por el contrario, se le abren más, para que entren, estudien y enseñarles otras cosas, que vean que hay otra calidad de vida y que pueden sin la droga.


—Ahora, Nidia, cuéntenos qué tan importante es para Potosí el árbol del ahorcado.

—Para nosotros, más que el árbol, toda la montaña es muy importante, porque nosotros tenemos muchas creencias y culturas relacionadas con el árbol. Por ejemplo, en Semana Santa se celebra el Viacrucis y al lado del árbol se ponen las tres cruces, también se celebra el sermón de las siete palabras. Por otro lado, con el colegio se hacen chocolatadas allá, se va a elevar cometas. Se iba, porque los de la minería no nos dejan ingresar. Nos sacan, nos echan a los perros, a bala, nos amenazan y no tienen en cuenta que nosotros cuidamos ese árbol como el patio de la casa de todo el barrio.


—Nidia, ¿puedes contarnos la historia del árbol? Nos han dicho que es un símbolo para ustedes.

—Sí, es patrimonio histórico y cultural, ya no solo de Ciudad Bolívar sino de Bogotá. Es un eucalipto que lleva más de 30 años, el cual es prueba de lo que nosotros hacemos: la resistencia con muchas cosas que nos impone el Gobierno y porque como pueden ver ese terreno, subxerofítico, semidesértico, pero él sigue ahí, resistiendo. Siendo así, es el ícono en todos nuestros logos: el del Concejo Comunal, el Monta tu Ambiente, la mesa ambiental. Todos tenemos el árbol como nuestro símbolo de resistencia.


—Nos han contado que el SMAT ha querido llegar a sacarlos porque han querido derribar el árbol para urbanizar.

—Sí, claro que sí. Cuando llegó la minería, ellos abrieron huecos en sus raíces y les echaron cemento para secar el árbol. Pero el árbol sigue ahí firme y cuando la volqueta mató a la compañera Yineth, fue la gota que derramó la copa e hicimos el plantón. Nos tomamos la vía de la entrada para Canteras, duramos un mes exacto mientras otros compañeros iban haciendo procesos y hablaban con abogados para que cerraran las empresas que tenían estos proyectos, porque además de ser ilegales, estaban explotando terreno de Bogotá y tienen permiso de Soacha no más. Por lo tanto, cuando estuvimos en los campamentos, nos paramos y no dejamos pasar las volquetas. Nos tiraron la policía y decían que nosotros éramos guerrilleros, que los íbamos a atracar y llegaba la policía, pero ya después de saber como eran las cosas, no nos atacaban tanto sino que trataban de mediar.


—El árbol es para ustedes un símbolo de resistencia, pero hemos escuchado que ahora es zona prohibida porque apareció el dueño después de mucho tiempo, ¿qué ha pasado con eso?, ¿cómo va ese proceso legal?

—Pues nosotros estamos en el proceso y pedimos que no se urbanice y que no se hagan más viviendas de interés social, porque eso es lo que quiere el Estado. Nosotros queremos que nos dejen el parque de Cerro Seco, porque lo necesitamos y porque es suelo subxerofítico, tiene corrientes de agua por debajo de la tierra, son los colchones del páramo y es lo que no debemos permitir.


—Bueno, a mí me gustaría saber el simbolismo que tiene para ustedes el árbol del ahorcado, ¿por qué lo llamaron así?

—Bueno, hoy en día le queremos cambiar el nombre Palo del Ahorcado, porque según leyendas dicen que ahí se han ahorcado personas y por eso se llama así. Aunque yo no lo tengo muy claro porque la montaña también se llama la montaña del ahorcado y la quebrada que pasa en las partes de abajo, entre Potosí y la montaña, se llama la quebrada San Juan del ahorcado. No creo que sea por eso, pero nosotros a raíz de la muerte de nuestra compañera, a raíz de todos los eventos que hemos hecho, ya no lo llamamos así, sino el Árbol de la Vida.


—Me parece muy lindo que le cambien el nombre, yo creo que es más el árbol de la vida, un árbol que representa la resistencia de este barrio. Nidia, hemos visto que Potosí es muy ambiental y cuida mucho sus espacios verdes, ¿por qué se ha dado esto?

—Porque en el colegio los profesores nos han hecho ver la necesidad que tenemos del oxigeno fresco, de la vida, y si acabamos con todas las zonas verdes, no le vamos a dejar un buen futuro a los niños, ¿qué le vamos a dejar? Un desierto solo con edificaciones, ¿y la naturaleza? La naturaleza es lo más importante.


—Nidia, ¿cuántos años tienes y cuántos llevas viviendo acá?

—Yo tengo 50 años y ya llevo 27 años viviendo aquí en el barrio.


—¿Tú fuiste de esas personas que se desplazó a Potosí por el desplazamiento que ha habido en el país?

—En cierta forma sí. Yo vivía en Bosa, y estaban en una fiesta familiar, yo me encontraba durmiendo, cuando empezaron una pelea y llegó un grupo, una bandita de las de Bosa y nos cogieron la casa a piedra, nos tocó salir de allá, no del campo, sino de nuestra ciudad y así llegué a Potosí. Yo decía: “noooo, ¿en esa loma que voy a vivir?” y ahora mire, quiero esta loma y soy la presidente del barrio.


—Muchísimas gracias, no sé si quisieras dar un mensaje.

—Sí, a las personas del Gobierno, al mayor, al alcalde local, al Ministerio de Ambiente, que protejamos el medio ambiente, que ese parque, esa montaña, no lo explotemos más. Que expandamos nuestro parque Cerro Seco, porque lo queremos, lo necesitamos y dejémosle algo verde a nuestros niños, a nuestro futuro.


—Muchísimas gracias por la entrevista.

—Muchísimas gracias a ustedes por tener en cuenta, por conocer nuestro barrio, que como pueden ver es un barrio organizado, es un barrio que piensa no solamente como dicen los medios, que es droga, que es robo; no, aquí es cultura, es sueños, es ambiente, es ilusión, es de gente luchadora y trabajadora.


Miguel Duque y Maria José Salazar

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